miércoles, 13 de julio de 2011

Yo colaboro, tú colaboras

En este film de Fellini una orquesta ensaya durante varios días. Cada músico valora su instrumento como el indispensable para el funcionamiento de la orquesta. Todos justifican ante el director de manera formidable el sentido de su participación. Pocos se dan cuenta de que, en este caso, el todo es mayor que la suma de las partes.



Cuando trabajamos de manera colaborativa podemos vernos representados en cualquiera de los músicos.
Seguro que nosotros somos los mejores organizadores del equipo, somos lo que generamos las mejores ideas y que podemos poner la última palabra.
¿Qué es colaborar? Colaborar es proponer, debatir, acordar, discutir, negociar, plasmar. Ese camino con diferentes ramificaciones y muchas reiteraciones es el que seguimos todos los que hemos construido wikis y estamos satisfechos con el producto logrado.
Sin embargo, no es un emprendimiento sencillo. Una cosa es trabajar con conocidos y elegidos. Las diferencias con el trabajo presencial son pocas.
Otra cosa es trabajar con alumnos, allí el cuidado es mayor porque se trata de enseñarles a hacer alguna tarea y, a la vez, a respetar los espacios, a construir acuerdos, a  argumentar los cambios que se proponen.
Finalmente, algo completamente diferente es hacer un wiki-trabajo con desconocidos. Allí aparece la mayor cantidad de fenómenos complejos y para mi, difíciles de resolver. Desde el nivel de lenguaje de aquellos con quienes se trabaja, el sentido del humor, la capacidad de negociación, el factor "desaparición" de muchos, el factor "presencia constante y sostenida", y la forma y el contenido que se producen son sustanciales y son
una constelación de procesos que se tejen y se destejen. Colaboración implica trabajo en grupo y no trabajo individual que re-escribe, re-elabora por su cuenta cada parte de otro. Sin embargo, esto sucede y hay que educar en dirección del respeto por lo que los demás piensan y escriben.
Enseñamos a argumentar, escuchar, proponer, acordar en el aula el aula. ¿Por qué no hacer lo mismo en el ciberespacio?

viernes, 8 de julio de 2011

Público y privado

Confieso que la liberalidad con que escribe Eleonora me ha inspirado algunas ideas. Me parece una escritura desenfadada, libre, y a la vez rica y sostenida en interminable cantidad de lecturas y reflexiones. Eleonora me habla del pudor, ella confiesa algo sin pudor…

“En el siglo XIX hubo una inflación del espacio privado, y el espacio público empezó a ser estigmatizado, temido por engañoso, hipócrita, y el espacio de la intimidad pasó a ser el de la verdad y la autenticidad, donde se podía estar sin máscaras, y era moralmente superior. Antes el espacio familiar era típicamente el ámbito de la mujer, y era poco lo que se podía cambiar. Esas prácticas tenían lugar en la interioridad; se guardaban dentro de cada uno, dando una riqueza enorme, pero también una atadura, ya que era aquello que estaba adentro de uno y uno no se lo podía sacar. Ahí quedaba, por ejemplo, aquella culpa nacida de chiquito; aunque uno se haya olvidado, permanecía y podía reaparecer; nos condenaba. 
Ahora hay un estímulo al cambio. Y mostrar la intimidad tiene que ver con el hecho de que es lo más valioso, aunque se trate de cosas banales: cómo uno se lava los dientes, cómo es la decoración de mi casa, etc. Pero en algún punto dejó de ser íntimo, porque perdió su opuesto, lo público. Antes lo íntimo era secreto, ahora se lo hace público en Internet. Formaba parte de la definición de lo íntimo el pudor, lo oculto, había que cerrar las ventanas y puertas.”(1)

Junto con la exteriorización de lo privado vino también la organización, distribución y normalización de las imágenes y los textos. No se muestra cualquier contenido: se ve alegría, curvas delicadas y no tanto, sonrisas con muchos dientes, primeros planos dionisíacos, alcohol, abrazos, besos, en cambio, lo triste, deforme, excedido, no existe. “Me gusta” y no: lo detesto, me da asco, lo aborrezco. Todos los mensajes son edulcorados y felices. Facebook cierra páginas de “anormales” antes que de ladrones o pederastas.
Mantener el pudor, el interés por la intimidad decimonónica junto con la libertad que hoy defendemos me parece un logro. Escondo las fotos familiares en un “grupo secreto” en Facebook por pudor, no quiero que mis alumnos a quienes acepto sin límite en mi página, participen de mi vida privada. Ese es mi diario y está guardado en el cajón de mi dressoir digital.

 

 

(1) Paula Sibilia: "Antes lo íntimo era secreto, ahora se lo hace público en Internet" http://edant.clarin.com/suplementos/zona/2008/09/21/z-01764657.htm


miércoles, 6 de julio de 2011

Resistencia a la velocidad

En una conferencia de Nietzsche aparece un pedido del autor sobre las condiciones que debe tener aquel que lea sus reflexiones: "debe ser tranquilo y leer sin prisa"(1) Quedamos todos afuera!  Pobre filósofo si se enfrentara con Netvibes!
Durante estas dos semanas hemos hablado reiteradamente de la sensación de desconcierto frente a la mutiplicidad de visiones veloces. Vuelve Nietzsche a insistir "Este libro está destinado a los lectores serenos, a los hombres que aún no están involucrados en la engañosa prisa de nuestro vertiginoso tiempo[..]"(2)
¿Es que la desorientación es algo que me sucede sólo a mi? ¿Es mi propio apuro en cursar y aprender o es que la distracción es constitutiva de este tiempo histórico? En el blog de Javier Celaya (3),  aparece una referencia a los neurólogos Maryanne Wolf y Gary Small quienes están preocupados por el volumen de información que se ve obligado a manejar el cerebro humano con el uso de las (nuevas) tecnologías. Aún no estamos seguros de cuál va a ser el impacto de recibir tantos estímulos a un ritmo e intensidad insospechados.  
Primera cuestión: puedo resistirme a la velocidad. No es obligatorio que me arrase, aplaste, desconfigure,  simplemente una vez que haya conocido y experimentado las herramientas para que su manejo sea familiar, elijo.  Tenía una cuenta en Twitter. Sentía que me agotaba la más mínima lectura de tantas entradas, muchas de ellas misteriosas ("No te pierdas esto!) y me pasé varios meses explorando, perdiendo la serenidad, pensando qué podía hacer yo frente a ese correr de letras imparable. Entré en un proyecto de filosofía en twits. Cada uno era un filósofo y teníamos que hablar de temas relevantes, disfrazados de cada uno de ellos. Todas las semanas, alguno lanzaba una propuesta y allí nos íbamos a leer y leer sobre ese tema para poder hacer una archiapretada síntesis.  Cómo me divertí con Twitter!!! Todavía no encontré otra actividad tan hilarante  pero tengo claro de que es por mis limitaciones. Leer a quienes sigo me trauma, escribir para que me lean me acompleja, pero travestirme fue una rara experiencia. 
Según Virilio, el accidente está incluido en el motor, el virus en el chip, el caída en el avión. Ningún aparato tecnológico se inventó sin su propia probabilidad de destrucción. Internet tiene como germen la desorientación, la desubicación temporo-espacial. Es hora de empezar a construir nuestra propia brújula.  




(1) Nietzsche F. Reflexiones sobre el futuro de nuestras instituciones educativas en Maresca Silvio Juan (compilador) Friedrich Nietzsche: verdad y tragedia, 1997, Alianza, Buenos Aires, p211
(2) Idem, p212
(3) www.dosdoce.com, ¿Nos hace la web más ignorantes? 17.01.2011
http://www.dosdoce.com/articulo/opinion/3606/nos-hace-la-web-2-0-mas-ignorantes/

miércoles, 29 de junio de 2011

Participación en el aula

Según mis experiencias frente a curso, todos los grupos humanos con los que he trabajado han sido diferentes, muy diferentes. Los adolescentes en la escuela secundaria, los jóvenes en la Universidad y los adultos de las clases virtuales. En todos los grupos hay cumplidores y perfeccionistas , dedicados, calculadores y especuladores, desentendidos, ausentes. 
Cuando pienso en estimular la participación parto de la siguiente premisa: conocer el tema, saber cómo compartirlo con los alumnos por el nivel a que me dirijo, pensar nuevas formas de ejercitarlo en debates, diálogos, trabajos individuales, grupales, y encontrar cómo se vincula todo eso con la vida que vivimos. Además busco relaciones con el arte y la ciencia contemporáneos si es que me lo permite el tiempo.
Si todo eso sale bien los alumnos interesados participarán, los ausentes no se van a preocupar por nada, use lo que use. Con tecnología o sin ella la participación no será mayor si se aburren, si no conozco el tema, si me aburro con la clase. 
La tecnología ¿me ayuda en algo? Si, claro. Me permite abrir espacios diferentes con horizontes más amplios.
"En general, las personas que hemos investigado intentaban evitar los motivadores extrínsecos y fomentar los intrínsecos, empujando a los estudiantes hacia objetivos de aprendizaje y a una orientación de dominio. Ellos dejaban a los estudiantes tanto control como les era posible sobre su propia educación, y mostraban un gran interés en su aprendizaje y una enorme fe en sus capacidades. Ofrecían retroalimentación exenta de valoración alguna del trabajo de sus estudiantes, ponían énfasis en las oportunidades de mejorar, buscaban formas de estímulo para el progreso y evitaban clasificar a sus estudiantes entre paja y grano." Bain, Ken, Lo que hacen los mejores profesores universitarios, Universitat de Valencia, Valencia, 2007, pp 46-47
Falta el condimento de la pasión, mucha pasión para hacer lo que hacemos!